¿Qué diferencia la inversión en arte de cualquier otra? Podría decirse que básicamente el aspecto de conexión emocional que se establece entre el inversionista y la obra de un artista.
Por eso es importante tener en cuenta que no es posible comprar bajo estrictos parámetros de futura rentabilidad. Hay que comprar en primer lugar por placer, ante el deleite y las sensaciones del trabajo que genere en el comprador determinada obra y que sea capaz de movilizarlo hacia la necesidad de tenerla entre sus activos.
También es importante formarse. No se puede entrar en este mundo de la inversión en arte a ciegas. Es conveniente comenzar a dar pasos aunque tímidos en un primer momento, con más seguridad a medida que se avanza, y esta seguridad la ofrece precisamente la formación, el adentrarse en la aventura visitando ferias, exposiciones, galerías, leer publicaciones especializadas, abrirse a la experiencia de aprender de los conocedores de la materia, quienes pueden orientar sobre cuáles son las íntimas y verdaderas motivaciones que mueven al inversionista y que se ajustan a sus necesidades inversoras; eso pasa por entender el mercado en que desea moverse; primario, en el que se adquieren obras en galerías, ferias o directamente del artista; o el secundario, que es de las subastas centrado en artistas que tienen trayectoria y una cotización conocida y comprobable.
Evite el desespero
Por otra parte, es conveniente no desesperarse y entender que este tipo de inversión ofrece una rentabilidad que generalmente se ubica en el mediano y largo plazo, puesto que, cuanto más joven sea el artista por el que se apuesta mucho más asequible será su obra y aún mayor el potencial de revalorización con el tiempo, pero, por supuesto, mayor será el riesgo de que las expectativas no se cumplan.
De igual forma, hay que tener una mentalidad que se abra a lo novedoso, dado que este mundo es muy cambiante y lo que hoy puede ser atractivo e interesante, mañana podría no serlo. Hay que tener la apertura de apostar por aquellos artistas que ofrezcan novedad y que pudieran convertirse en atractivos y rentables en el futuro. Para ello es conveniente, a su vez, evitar los apegos y entender que, si se asume como inversión, podría en algún momento tener que salir de una obra para hacerse de otra que tenga un costo mayor o le sea más atractiva.
Ahora bien, para todo, lo importante es tener claro que existen asesores y especialistas dispuestos a orientar a los noveles y no tan noveles inversores en arte. Y algo es cierto, el mercado del arte es sumamente subjetivo, y depende en gran medida de la evolución y la valoración de un artista lo cual conlleva demasiados factores que son aleatorios como para poder aplicar cualquier algoritmo. En ese sentido, el elemento intuitivo del inversionista llega a ser la clave ante una buena inversión que ofrezca al inversionista, algo más que el sólo placer por lo estético.