Esculturas que reflejan calidez e intensidad

Humberto Cazorla es un artista de verbo grato. La sencillez de su isla de origen, Margarita, se expresa en su hablar relajado, sencillo, pero que se llena de potencia al  referirse a aquello que le apasiona, el arte. Conexión que se estableció desde aquellos días en los que al salir del liceo pasaba cerca de la Escuela de Artes Plásticas Pedro Ángel González, en la Asunción.

Por Humberto Luque Mendoza

Sus obras están ubicadas en colecciones privadas, Galerías y Museos de Venezuela, Colombia, Argentina, Cuba, E.E.U.U, Canadá, México, Italia, Francia, España, Hungría, Alemania, Holanda, Suiza, Japón, Bélgica y Uruguay.

Es un artista forjado durante más de cuatro décadas. Conocido en su isla natal por sus obras de gran formato que están ubicadas en espacios públicos, como el Museo Vial, en la Redoma  próxima a la Gobernación, en La Asunción, y una de las más recientes, en  las áreas verdes del Hotel Widnjan Concorde.

Cazorla ha sido merecedor de múltiples galardones y distinciones entre ellas, el Premio Nacional de Escultura en la Primera Bienal Francisco Narváez, en 1982. Asimismo, colecciones particulares y públicas del mundo muestran sus obras. Como ejemplo, está representado con dos piezas en el Museo de Arte de Fukuoka, luego de exponer en esa ciudad japonesa y en la Galería Oishi en 2011.

Tal como describe su trabajo, Adriana Silva:

“La abstracción de Cazorla conjuga pureza e imperfección. Contrapone líneas precisas y superficies brillantes de colores planos a la irregularidad y el movimiento (…) dos estéticas aliadas conceptual y formalmente”.

Este escultor, cuya trayectoria artística inició como todos por la pintura, no se enganchó con esta forma de expresión, y se inclinó más por la escultura, con la que entró en contacto durante aquellos días en los que inició estudios en la Escuela de Artes Pedro Ángel González de la Asunción, en Margarita donde gracias a su talento natural y particular empeño en aprender, destacó rápidamente en la cerámica.

“Eso contribuyó con mi inclinación hacia lo tridimensional, lo cual me sirvió para obtener varios reconocimientos y premios”, explica, y señala que en cuanto a la parte pictórica la estudiaba como parte de su formación integral, tanto en Margarita como en Caracas. Sin embargo, refiere que ya desde Margarita se inclinaba hacia la escultura. “La parte pictórica no me llenaba espiritualmente porque no sentía las tres dimensiones de la obra que estaba ejecutando. Lo pictórico me limitaba en ese sentido”, resalta.

Experiencia vital

Durante su recorrido, Cazorla ha adquirido la sobriedad y acumulado la experiencia en el trabajo de los materiales que fungen como sus aliados, y en el uso de color que dan vida y personalidad a sus piezas. Esos amarillos, rojos y verdes que hacen tan atractivo y transmiten tanta fuerza a su obra.

“El color es muy significante dentro de la obra escultórica. Cuando estoy tratando el hierro, que es donde coloco el color, y en los bronces, que es el material que trabajaba anteriormente, siempre reflejaba algo muy personal”.

El artista refiere cómo se mueve entre los contrastes de esos colores intensos que juegan con el toque del hierro en su estado natural. Con los años, ha logrado “domar” las piezas de hierro que se rinden a sus pies. Sus armas han sido la formación recibida en las distintas escuelas e institutos; la guía acertada de sus Maestros, y, por supuesto, esa pasión que manifiesta en cada pieza que forja hasta lograr el balance perfecto que refleja la intensidad de su trabajo.

Su obra transmite una mezcla de tranquilidad pero al mismo tiempo agresividad, todo depende del momento y el estado emocional en el que se encuentre el artista. Su trabajo, como el mismo explica, invita a la tranquilidad, aunque reconoce que hay piezas muy agresivas, “pero no agresivas hacia el espectador, sino en el sentido del contraste que presentan entre un volumen y otro”.

Sobre la musa que sirve de inspiración, el artista insular no duda al señalar que el medio en el que se desenvuelve. “La isla de Margarita y Caracas son los sitios en los que trabajo. Quizás el bullicio de Caracas, y  la tranquilidad de la Isla de Margarita, se reflejan en la obra. Una vez que te metes en el taller puedes desbordar esa pasión por aquel material que está totalmente plano, puesto en la mesa y que una vez que comienzas a darle cortes  y a formar esos volúmenes, generan la tranquilidad que refleja la obra terminada. Aunque soy muy efusivo en lo personalmente, la obra transmite tranquilidad”, acota.