ALESSANDRO DEL VECCHIO: concepto estético entre la geometría y lo orgánico

En sus primeros trabajos sobresalían las conexiones de los tejidos en colores monocromáticos, ahora amplía la gama de los tonos hacia los cálidos y análogos.

Por Anny Bello

Desde tiempos inmemoriales se ha intentado explicar los fenómenos naturales a través de ciencias exactas, como la matemática y la física, entre otras especialidades de menos rigurosidad. Esta manera de ver el mundo y de representar el entorno, mediante lenguajes abstractos con datos alfanuméricos y figuras geométricas, ha estado en estrecha relación con las artes.

En la época actual, Alessandro Del Vecchio, joven artista venezolano, cercano a estos conocimientos, y muy relacionado con los avances informáticos, se apoya en el diseño paramétrico y el diagrama de Voronoi para proyectar su obra plástica. Sin embargo, su propuesta tiene un componente muy particular. Pese al basamento en el cálculo como origen de sus ideas estéticas, el resultado es completamente opuesto, pues las figuras tienden hacia cierto efecto orgánico y a un ordenamiento aleatorio sobre el soporte.

Del Vecchio altera los valores del diseño paramétrico establecido por el programa computarizado y luego, con el diagrama de Voronoi, genera divisiones del espacio por regiones, obteniendo prismas de composiciones inusitadas. Problematiza su propuesta plástico-formal al separar las líneas divisorias de las áreas internas. Con esta intervención genera nuevas imágenes, según el predominio del negativo o el positivo, es decir, de los contornos o del fondo.

Nace así la serie Patrones de división, en 2012, en la cual las líneas se ramifican libremente sobre el soporte de acrílico o hierro. En ocasiones son láminas bidimensionales que se intercalan, o cajas que pueden verse por sus cuatro lados. En algunas zonas las líneas están recortadas dejando los fondos vacíos para permitir el paso de la luz. De este modo se crea una relación dinámica entre los planos y las sombras que se proyectan. De ese momento vital son Tamiz orgánico y Deconstrucción, realizadas en colores monocromáticos limitados al rojo, negro o blanco, a fin de resaltar las figuras y minimizar el predominio cromático. En 2016 se exhibe un grupo de estas primeras obras en una individual en la Galería G Siete, del Centro de Arte Los Galpones en Caracas.

Variaciones

Caja voronoica, de 2017, es otra variación de los cubos iniciados en 2012. El diseño de las cajas permite armar un tetraedro, adaptado a la pared o al piso, como en Simbiosis, también de 2017, que es una obra que se expande y adapta al espacio. En Explosión, de este mismo año, el artista toma las figuras del fondo y elimina las líneas, para producir efectos flotantes a través de los planos. En Superficie voronoica une láminas de acrílico para dar cierto grosor al material y lograr la profundidad de las figuras.

A partir de 2018 trabaja con formatos bidimensionales superponiendo dos planos, uno para las rejas (líneas) y otro para las superficies sólidas (fondo). En estas piezas los prismas ya no semejan dendritas, están geometrizados. Si en los primeros trabajos sobresalían las conexiones de los tejidos en colores monocromáticos, ahora amplía la gama de los tonos hacia los cálidos y análogos. En el primer plano coloca las rejillas de colores neutros, en negro o grises, separadas del segundo plano donde están dispuestos los campos de color. Genera un efecto de movimiento según el desplazamiento del espectador, transiciones por la incidencia de la luz, y las sombras que se producen en ciertas direcciones. El formato es expansivo y no se supedita a los soportes convencionales. Son estructuras que pueden ampliarse infinitamente. Estas últimas obras están elaboradas en hierro, y al igual que las realizadas en acrílico, están cortadas con técnicas computarizadas de control volumétrico. En el proceso de trabajo se presentan dos momentos, el primero es la concepción en formatos digitales, y el segundo el de producción con los materiales.

Como arquitecto y artista, en su obra existe un estrecho vínculo con el entorno ―un diálogo inevitable por su formación― que tiende a amoldarse a las escalas arquitectónicas. En los últimos años este nexo se ha afianzado. Realiza Floema “H” en el Hotel Humboldt, en 2018. Según Del Vecchio, “El nombre de la pieza obedece a la similitud morfológica entre los patrones de división que trabajo (Voronoi), con la estructura celular de las plantas (floema), la letra final del nombre hace referencia al lugar donde se encuentra la pieza, que es el Hotel Humboldt”.